Llevo
horas escuchando por televisión el homenaje
de todo el país al Comandante de la Revolución
Juan Almeida Bosque.
Pienso que enfrentar la muerte era para él
era un deber como todos los que cumplió a
lo largo de su vida; no sabía, ni tampoco
nosotros, cuánta tristeza nos traería
la noticia de su ausencia física.
Tuve el privilegio
de conocerlo: joven negro, obrero, combativo, que
sucesivamente fue jefe de célula revolucionaria,
combatiente del Moncada, compañero de prisión,
capitán de pelotón desembarcando del
Granma, oficial del Ejército Rebelde - paralizado
en su avance por un disparo en el pecho durante
el violento Combate del Uvero -, Comandante de Columna,
marchando para crear el Tercer Frente Oriental,
compañero que comparte la dirección
de nuestras fuerzas en las últimas batallas
victoriosas que derrocaron a la tiranía.
Fui privilegiado
testigo de su conducta ejemplar durante más
de medio siglo de resistencia heroica y victoriosa,
en la lucha contra bandidos, el contragolpe de Girón,
la Crisis de Octubre, las misiones internacionalistas
y la resistencia al bloqueo imperialista.
Escuchaba con
placer algunas de sus canciones, y en especial aquella
de encendida emoción que ante el llamado
de la Patria a “vencer o a morir” se
despedía de humanos sueños. Ignoraba
que había escrito más de 300 de ellas,
las cuales sumó a su obra literaria, fuente
de lectura amena y de hechos históricos.
Defendió principios de justicia que serán
defendidos en cualquier tiempo y en cualquier época,
mientras los seres humanos respiren sobre la tierra.
¡No digamos
que Almeida ha muerto! ¡Vive hoy más
que nunca!
Fidel Castro Ruz
Setiembre 13 de 2009 - 3 y 12 p.m.